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Reseña Histórica de la Litografía
La técnica litográfica fue inventada entre los años 1796 y 1798, complementando a la industria de la Imprenta. Esta última tiene como base la impresión por caracteres móviles, pero cuando se pretendía reproducir un dibujo resultaba muy difícil, siendo además imposible obtenerlo con colores.
La invención de la Litografía se debe a Aloys Senefelder, músico nacido en Praga en 1771 que, por motivos económicos, abandonó sus estudios científicos y literarios, domiciliándose en Munich, que sería la cuna de tan útil e importante técnica.
Senefelder pasaba días enteros en la imprenta donde ejercía como cajista y estampador, atento a la idea de hallar un nuevo procedimiento que permitiese la obtención de imágenes fijas sin tener que recurrir al grabado tradicional. Tras repetidos ensayos, tanto el propio azar como el espíritu de investigación le pusieron en camino de solucionar el problema. En efecto, según nos relata el mismo inventor, un día escribió sobre una piedra caliza del país (Baviera) una simple nota doméstica, trazada con una tinta grasa compuesta de hollín, jabón y agua, que tenía dispuesta para otros ensayos. Pero, antes de borrar aquella nota, quiso experimentar dándole un baño de ácido (operación similar a la del grabado en cobre). Entonces pudo observar con asombro como el ácido mordía la piedra respetando los caracteres escritos, que a la vez tomaron un poco de relieve. Luego entintó la piedra con una especie de tampón y extendió un papel sobre la piedra, dándole presión por medio de una prensa. Con ello logró pasar la nota de la piedra al papel, obteniéndose así la primera estampación litográfica.
Tras penosos ensayos, reformas y enmiendas, pudo consolidar su técnica dando con la fórmula netamente litográfica y fundando en Munich el primer taller litográfico. La novedad cuajó y no faltaba el trabajo, consiguiendo en 1799 el privilegio exclusivo del invento por quince años.
Senefelder fallecería en Munich en 1834 a la edad de sesenta y tres años, habiendo asistido al gran desarrollo de su notable invención.
Difusión de la Litografía
Viendo las posibilidades técnicas que aportaba su invento, Senefelder se propuso establecer talleres por las principales capitales europeas. Pero, mientras buscaba nuevos horizontes industriales, fue traicionado por sus hermanos que se dedicaron a vender sus fórmulas y conocimientos profesionales. No obstante ello, siguió investigando y aportando nuevos perfeccionamientos, todos los cuales se recogieron en un manual que publicó en 1818 en Munich y que en 1819 se tradujo al francés, en 1820 al inglés y en 1824 al italiano.
Apenas era conocida la técnica en Europa, cuando Gimbernat -cumpliendo una misión del Estado español- enviaba en 1806, desde Baviera a Madrid, un informe que detallaba el nuevo invento.
Felipe Bauzá, jefe de la Dirección Hidrográfica, consigue en 1817 -para el grabador y militar José María Cardano- una pensión para el extranjero con el objeto de estudiar la Litografía. Éste marcha a París y luego a Munich, donde trabaja con Senefelder, volviendo en 1818 con el material necesario y funda -por Real Orden de 16 de marzo de 1819- el primer establecimiento litográfico de España.
Cádiz fue la tercera ciudad española, tras Madrid y Barcelona después, en poseer un taller litográfico; dado que en 1820 la gaditana Sociedad Económica de Amigos del País importó una máquina de Francia. Pero la impericia del personal y la imposibilidad de instruirse en la nueva técnica, hizo que pasaran muchísimos años sin que se le sacaran a la mencionada máquina los frutos apetecidos.
Piedras Litográficas
Las piedras calizas son la base principal de la Litografía. Denominadas también como piedras de Munich, se extraían de las canteras de Solenhofen, de Pappenheim y de Kelheir en Baviera (ya conocidas por los romanos, que empleaban dichas piedras para la construcción).En tales canteras trabajaban "“en el siglo XIX- más de 3.000 obreros, entre canteros, talladores, pulimentadotes, etc.. Los productos se exportaban a todas partes del mundo, principalmente para la Litografía.
Se reconoce la calidad de la piedra litográfica cuando, mojándola con una esponja, conserva la humedad durante largo rato y, además, no presenta manchas de óxido, ni vetas, ni agujeros. Para el grabado se eligen las piedras más duras y de color pizarroso. Para dibujos a lápiz las de color gris, mientras que las de color blanco -que no sean muy porosas- son aptas para el dibujo a pluma. Una buena piedra, bien preparada, puede proporcionar unas 6.000 estampaciones.
El Museo Taller Litográfico
Cuenta con una importantísima colección formada por más de mil piedras litográficas, procedentes de las canteras de Baviera y de una gran calidad; siendo algunas de ellas verdaderas obras de arte en lo que a dibujos y grabados antiguos se refiere. Dichas piedras se hallan debidamente conservadas y expuestas al público.
Procesos de la Litografía
La Litografía está basada en la repulsión mutua del agua y las sustancias grasas (tinta). El éxito final de la estampación litográfica depende principalmente de los conocimientos y destreza del artista-litógrafo, así como del rigor en las distintas operaciones necesarias para la ejecución de las pruebas litográficas.
Graneado.- Esta primera operación trata de darle a la piedra una textura o grano, es decir, una rugosidad uniforme, para que -al dibujarse sobre ella- agarre bien el lápiz o la tinta. El procedimiento es el siguiente: se toman dos piedras, se coloca una de ellas sobre la mesa de granear, se le echa arena con un poco de agua, se coloca la segunda piedra encima y se frota en sentido circular. Si la piedra es de grandes dimensiones se granea con un levigador, que es un platillo de hierro fundido con un manubrio (para dar el movimiento necesario de rotación). Si las piedras giran con dificultad y para evitar que queden bloqueadas, se separan con cuidado, se lavan y se repite esta operación. Cuando se aprecia que las piedras están graneadas, se separan, se limpian y se dejan secar.
Dibujado.- Una vez dispuesta la piedra para ser dibujada, todas las precauciones a tomar son pocas. La piedra jamás debe tocarse con las manos desnudas, ya que el contacto de los dedos sobre ella produce una mancha que toma tinta durante la impresión, así como la saliva, el vaho y sobre todo el polvo, que evita que el lápiz agarre bien (limpiándose en cualquier caso, para evitar soplar, con un pincel suave). Para dibujar la piedra se necesita una mesa de gran solidez, con un disco giratorio en el centro para facilitar su manejo; así como una plancheta de madera para apoyar las manos y evitar el menor rozamiento.
Acidulación.- Ya dibujada la piedra, se somete durante 10 ó 15 minutos a la acción de un mordiente compuesto de ácido nítrico, goma arábiga y agua, con el fin de fijar por completo el dibujo.
Entintado.- Para dar tinta a la piedra, ésta se debe humedecer con uniformidad. Seguidamente se le pasa un rodillo de madera forrado de cuero entintado. La tinta grasa del rodillo se adhiere a la tinta grasa del dibujo, mientras que la humedad que conserva el resto de la piedra se opone a que la grasa del rodillo se una a las partes no dibujadas (porque la goma arábiga se ha introducido en los poros agrandados por el ácido y mantiene la humedad suficiente para repeler la tinta grasa).
Estampación.- Una vez entintada la piedra y colocada en la prensa con un papel humedecido encima, se le hará pasar por debajo de una regleta que prensa fuertemente el papel contra la piedra, quedando en éste el dibujo impreso. Por cada estampación se repite la operación del entintado.
Conservación de las piedras.- Una vez impresas las pruebas necesarias, se da una capa ligera de goma arábiga, se deja secar y se pone al abrigo del rozamiento y de la humedad.